La flexibilidad es una capacidad física básica sometida a un proceso de involución, descendiendo de forma más acentuada a partir de los 20 años en hombres y mujeres. Según Dantas, Pereira, Aragão y Ota (2002) la pérdida de flexibilidad a lo largo de la edad se debe, en mayor grado, a la disminución en los niveles de elasticidad
(54.1 %) más que a una menor movilidad articular (45.9%). Jenkins (2005) asegura que, además de por la edad, la pérdida de movilidad articular está estrechamente relacionada con la pérdida de masa muscular como consecuencia de la adopción de estilos de vida sedentarios.
Los estiramientos estáticos han sido y son cuestionados por sus posibles efectos negativos sobre el rendimiento, especialmente cuando se asocian a entrenamiento de fuerza (la capacidad de un músculo o grupo muscular de generar fuerza). Sin embargo, los estiramientos en sí mismos “flexibilidad” ó “rango articular”, han mostrado sus efectos positivos. Tanto en la vida diaria como en las especialidades deportivas, es necesario tener unos ciertos niveles de rango articular óptimo, que permitirán realizar un gesto más eficiente.
Por ejemplo, un rango de flexión adecuada de cadera, facilitado por unos isquiotibiales sin elevada rigidez, permitirán un gesto habitual como es agacharse a por una caja (media sentadilla), sin un exceso de movimiento de la columna vertebral, en especial, lumbar.
Existen estudios realizados principalmente en deportes de potencia y fuerza (baloncesto, rugby o fútbol) y velocidad-sprint (atletas de velocidad o fútbol) y son más limitados en deportes de resistencia (ciclismo y atletas de fondo). A día de hoy parecen indicar, que los estiramientos estáticos tienen poco sentido a la hora de ser realizados en el calentamiento. En todos los parámetros de rendimiento suceden diferencias significativas negativas en los diferentes protocolos de estiramientos estáticos analizados. En cambio, estiramientos dinámicos en diferentes modalidades, parecen sugerir mejoras relevantes, en especial en acciones explosivas y con componentes coordinativos.
La explicación de su efecto negativo (hasta 24h después a la hora de realizar un sprint de 30m.) pasa por la explicación simple de qué es el reflejo miotático. Consiste en una activación de los receptores nerviosos-sensoriales tras un estiramiento del músculo, estos receptores colocados en las fibras musculares (husos), son sensibles a los cambios de longitud. Así pues, este reflejo actúa como un mecanismo de defensa ante un estiramiento brusco, intentando frenar la elongación del músculo, antes de que se convierta en una lesión. Los estiramientos estáticos inhiben dicho reflejo aumentando el riesgo de lesión durante el ejercicio.
Recientemente se han publicado estudios donde se han visto cambios en la arquitectura muscular (longitud de los fascículos musculares). De demostrarse la tendencia, se explicaría con ello los incrementos de fuerza que se han asociado a los programas de estiramientos.
En definitiva, los estiramientos deberían de ser una herramienta imprescindible dentro de un programa de entrenamiento para la salud o un deporte, aunque debemos tener en cuenta su periodización según el objetivo que busquemos.
Jessica Fernández
Fisioterapeuta